Establecimiento de una nueva estructura productiva

19.10.2012 06:41

Por: Dr. Francisco R. Jordán García

Ponencia presentada en el 3er Congreso Nacional para la Fundación de un Nuevo País, jueves 20 de septiembre de 2012 Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

La estructura productiva de un país se deriva del sistema económico imperante  y de los objetivos de ese sistema. El sistema económico que impera en nuestra sociedad persigue la creación de riqueza y la acumulación infinita de capital.  El sistema utiliza una valoración estrictamente económica y monetaria para medir la producción, lo cual lleva a la mercantilización de los bienes, de la naturaleza y de los seres humanos. El resultado es que los poseedores del capital pueden perpetuar para ellos el disfrute de los bienes y servicios que produce la sociedad mientras los que no poseen capital viven de la venta de su tiempo (trabajo) o de la asistencia social, convirtiéndose en dependientes.
En este sistema, la pobreza es un problema que se resuelve creando mayor riqueza.  Por tanto, las soluciones se dirigen a atraer capital (no importa de dónde provenga), establecer industrias que creen empleos y a aumentar el consumo de los bienes y servicios que produzcan esas industrias. El resultado de esta fórmula ha sido que cada día hay más pobres y los ricos son más ricos.
Para medir la salud del sistema se utilizan varias medidas entre estas el PIB. El PIB se utiliza para expresar el valor monetario de la producción de bienes y servicios de un país en un periodo de tiempo (un año).  En Puerto Rico, el PIB en el año 2010 fue de 64.84 miles de millones de dólares, para un per cápita de $16,300.  En el 2009 el per cápita fue de $17,400 y en el 2008 fue de $18,100, lo cual indica que el bienestar material de nuestra sociedad declina aceleradamente.
La medida de PIB, sin embargo, es engañosa, no incluye el impacto social ni el daño ecológico. Tampoco nos da indicios de la distribución de ese valor monetario.
Para entender mejor el grado de bienestar y la calidad de vida de un grupo humano hay que observar otras medidas. El índice de pobreza en la isla, por ejemplo, fue de 40% en el año 2009, según informes de la secretaria de la familia. 1,764,635 personas vivían bajo el nivel de pobreza. En su mayoría mujeres jefes de familia, menores de 18 años  y mayores de 65 años. No nos extrañe esa cifra pues en los Estados Unidos, 46.2 millones de personas viven bajo el nivel de pobreza.

A eso podemos añadir que el sistema se fundamenta en una falacia: la creencia de que el crecimiento material es perpetuo.  Aun cuando sabemos que los recursos del planeta son finitos, se confía en que la tecnología proveerá la solución cuando estos se agoten. Sin embargo, no se puede aumentar la producción de bienes y servicios sin aumentar el consumo de recursos naturales y el consumo de estos recursos es más acelerado que su regeneración natural, por tanto, los recursos se agotarán. Todo progreso tecnológico, toda mejora de productividad, en lugar de reducir el consumo de materias primas y energéticas, conduce a un mayor consumo. ( paradoja de Jevons)
El veinte por ciento (20%) de la población del planeta consume el 85% de los recursos naturales del planeta.  La materia y la energía, de las cuales depende nuestra subsistencia, se degradan constantemente y el modelo de producción de nuestra sociedad, fundamentado en el crecimiento, acelera la degradación.
Hay quien cree que el aumento de la riqueza material que ha tenido la humanidad no se debe al sistema económico sino a factores tales como el desarrollo de las ciencias que ha incidido en la producción, y al descubrimiento de la energía de hidrocarburos (el petróleo).  Se señalan también, una serie de peligros que amenazan la existencia misma de la humanidad a saber: el agotamiento de los hidrocarburos (petróleo); la disminución de las fuentes de agua; la amenaza a la producción de alimentos por la disminución de las tierras disponibles para cultivo; el ritmo de consumo; el crecimiento de la población; la reducción de las fuentes de trabajo; el aumento de la pobreza; y, la cultura del paradigma monetario.
Se impone una nueva estructura productiva que atienda con urgencia estos indicadores y  propenda a mejorar nuestra calidad de vida.  
Luego de ofrecer ese cuadro tan desalentador hay una buena noticia: La calidad de vida de los seres humanos no tiene que ver con los bienes materiales que se producen o consumen sino con la satisfacción de sus necesidades básicas, entre las cuales podemos identificar las siguientes: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, identidad, libertad, ocio, participación y creación. De lo que se trata es de satisfacer nuestras necesidades sin menoscabar las posibilidades de que los que nos sucedan en este mundo puedan atender sus propias necesidades. Una producción sustentable. No hablamos de desarrollo sustentable por la contradicción implícita entre desarrollo y sustentabilidad.
La nueva estructura productiva tiene que dedicarse a actividades que satisfagan las necesidades básicas abordando la contestación a cuatro interrogantes. Qué producir? Porqué producir? Para qué producir? Cómo producir?   En el proceso es esencial eliminar los intermediarios. Supone además, una revisión a los valores imperantes en nuestra sociedad y una tarea gigantesca de información, orientación y educación.  Toda una revolución pacífica.
No partimos de la nada ni pretendemos reinventar la rueda.  A lo largo de la historia de la humanidad,  encontramos dos fuerzas que han dado impulso a nuestro desarrollo: el afán de hacer juntos y el imperativo de ser libres. En estas dos fuerzas se fundamenta también nuestra propuesta.
Existen modelos de empresas de producción y servicios que rompen con los esquemas del capitalismo: cooperativas, empresas de trabajadores dueños, bancos de tiempo, comedores comunales, almacenes de trueque, mercados agrícolas, y otros.
Las cooperativas y las empresas de trabajadores dueños son modelos que se han incorporado a nuestro ordenamiento jurídico y hay leyes especiales que regulan su funcionamiento.
Los bancos de tiempo, empresas que han tenido éxito en los Estados Unidos, proponen el modelo de la cooperación desde la perspectiva de los servicios y de las destrezas de las personas que se asocian a la empresa. Las personas se inscriben en el banco y ofrecen sus servicios a los demás socios. No existe remuneración económica. Se lleva una cuenta de las horas de servicio aportadas por cada socio y estas pueden ser intercambiadas por el servicio de otro socio cuando sea necesario. Así no solo se elimina el dinero como medio de cambio sino que se equipara el valor de todos los servicios.
Los comedores comunales existen para atender personas sin recursos económicos, pero podrían ser muy útiles para grupos de comunidades. Por ejemplo, un grupo de vecinos o familiares se unen para proveerse la alimentación durante un periodo de tiempo (diariamente, varios días, los fines de semana, etc.).   Aportan a la adquisición de los alimentos, contratan o designan a las personas a cargo de la confección de los alimentos y escogen un lugar para su consumo o distribución. De esa manera logran ahorros en la adquisición de los alimentos,  mejoran la calidad y variedad de su alimentación, liberan tiempo para otras actividades y se insertan en una actividad comunal saludable.
Los almacenes de trueque o intercambio pueden servir para educar a las personas y grupos en una nueva cultura de consumo que postule la frugalidad necesaria para conservar los recursos. La idea consiste en depositar o entregar los objetos, ropa, enseres, etc., que no utilizamos o necesitamos en un área comunal (almacén). Estos objetos pueden ser vendidos o intercambiados.
Los mercados agrícolas permiten al agricultor vender sus productos directamente al consumidor, eliminando los intermediarios y abaratando costos, a la vez que los consumidores adquieren el mejor producto a un precio razonable.
El cooperativismo, por ejemplo, es una de las expresiones de la economía solidaria que más adeptos tiene en el mundo. Ha podido sobrevivir diversos regímenes políticos. Su expresión moderna surge como opción a los desmanes y atropellos del capitalismo pero su entronque filosófico es consustancial a la existencia misma del ser humano.
En la isla hay 897,000 personas que son socios de una cooperativa Existen 497 cooperativas con $8,000 millones en activos. Al ser socio de una cooperativa también se es dueño de la empresa, lo cual debe permitir la flexibilidad necesaria para ajustar la empresa a tenor con las necesidades de los socios- dueños.
Decimos que debe permitir porque la realidad de las cooperativas en Puerto Rico es que muchas veces no se ajustan a las necesidades de sus socios. Para que esto sea posible hay que hacer algunos cambios. Hay que derogar las leyes cooperativas  vigentes las cuales no contribuyen al pleno desenvolvimiento de la empresa y más bien controlan sus posibilidades, menoscabando el principio de autonomía. Las leyes vigentes constituyen un freno a la iniciativa y creatividad de las cooperativas y no permiten o hacen casi imposible la integración de estas empresas.
Las cooperativas tienen que variar el enfoque  de imitar las empresas privadas con fines de lucro. Tienen que fortalecer el principio de educación para que contribuya a cambiar la cultura de consumo. Además, se debe facilitar la integración de manera que  se puedan crear redes de cooperativas que a su vez creen cooperativas de trabajo asociado, cooperativas industriales y cooperativas agrícolas.
Las Cooperativas son por un lado una forma de organización social pero también son una forma de propiedad que se contrapone a la propiedad individual. La Alianza Cooperativa Internacional define las cooperativas de la siguiente manera:  “Es una asociación (organización) autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada”.
El punto de partida de la acción cooperativa es la voluntad de hacer juntos. La organización recoge esa voluntad en la empresa colectiva que llamamos cooperativa, empresa de trabajadores dueños, bancos de tiempo, etc. Son empresas privadas pero se diferencian de otras empresas privadas por su carácter colectivo. Estas empresas se proponen sustituir al empresario privado individual por el colectivo, sean estos consumidores, trabajadores, productores o ahorradores. Los socios que se unen a estas empresas deben hacerlo con el convencimiento de que serán mejor servidos por los mecanismos de la autogestión cooperativa. La empresa es el medio de canalizar la solución de la necesidades individuales y colectivas. Son los socios  los que deciden el servicio que se prestarán a través de la cooperativa. De esa forma se elimina la explotación del ser humano como elemento de la producción sustituyéndola por el servicio al ser humano.
La propuesta de Boricuas por un Nuevo País entiende la función de la acción colectiva que fomenta el cooperativismo y la creación de otras organizaciones similares a las que hemos mencionado, como un elemento de cambio que incidirá en una nueva visión de las empresas de producción y servicios, colocando a la persona y la satisfacción de sus necesidades sobre los intereses individuales y de lucro.
La estructura productiva que proponemos incorpora la necesidad de educarnos en una cultura conservadora de los recursos, es decir, una cultura que limite el consumo desmedido y por ende la producción, a lo necesario, según lo hayan decidido las personas a quien vaya dirigido el esfuerzo de la empresa. Proponemos que para ser felices y prósperos no hacen falta tantas cosas materiales, muchas de las cuales son bienes superfluos. Hacen falta sin embargo, más oportunidades de desarrollar nuestras habilidades y capacidades. Proponemos que se elimine la propaganda creadora de necesidades y de diferencias artificiales entre productos que son esencialmente iguales. Que se eduque en los valores necesarios para desarrollar una actitud de convivencia y solidaridad que nos permita apreciar a nuestros semejantes como iguales, sin perjuicios de ninguna clase.